jueves, 30 de julio de 2015

Bicho raro

Cuando los recuerdos vienen a mí en bandadas y los sentimientos afloran con la misma frecuencia que el chapoteo de las gotas de lluvia en un charco, cuando me gustaría abrazar a un amigo pero la distancia me lo impide, cuando mi corazón cree que un ser querido fallecido está más vivo que el vecino que ahora mismo está haciendo ruido, es entonces cuando voy, si puedo a un bosque y, en última instancia, a un parque cercano, y respiro hondo, saludo a los pájaros con la mirada y voy abrazando a los árboles, aposentando mi corazón en el mundo, descubriendo, en este laberinto sentimental que mi corazón y el recuerdo han construido, la paz que mi mente necesita, encontrando mi ser a través de la naturaleza, atravesando dimensiones que me acercan al pasado para comprenderlo y acometer un futuro que ahora mismo construyo, sí, en este mismo instante que pienso que lo mejor sería estar al lado tuyo, sino en cuerpo y mente por lo menos sentimentalmente, estar a tu lado en el amor y sentir mi existencia mejor y, de repente, las ramas de este árbol al que estoy abrazado me acarician con el tacto de tus manos y las hojas, ayudadas por la brisa, fabrican tus besos que generan mi alegría.

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