domingo, 5 de julio de 2015

La verdadera felicidad

Se construye andando, conversando, compartiendo silencios; y es la que perdura en el tiempo. La felicidad verdadera ni se compra ni se vende y tampoco puede durar siempre. Es inconstante, fluctúa, vacila, no sabe si ocultarse o hacerse presente. Como el viento inquieto que te sacude con ráfagas y luego permanece quieto. Aunque si uno medita, la verdeara felicidad siempre está al alcance de la mano, rondando las penas, entre lo esencial y lo anodino. Es como el aire que respiro, a veces lo percibo, soy consciente, pero otras me importa un pepino. El aire (la felicidad) está siempre, es el pensamiento el que está perdido. Por eso quiero ser tu aire, que me respires, estar en tu interior, ser tu felicidad, la causa de tus sonrisas más bellas y sinceras, la mano que dulcifica tus penas y la que aplaude tus logros. Ser el motor de tu baile y el aire de tu jadeo, ser tu suspiro y tu sepulcral silencio. La verdadera felicidad se construye despacio y, aunque se disfrute deprisa, su naturaleza siempre nos sigue acompañando, a la espera de que una nueva chispa brote conversando, compartiendo silencios, caminando a tu lado.

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