domingo, 2 de julio de 2023

Verte feliz me alegra la vida

Cuando te alegras de la felicidad de los demás, cuando la felicidad de una persona te hace feliz a ti también, cuando esa persona además es tu amigo, es entonces cuando descubres plenamente el sentimiento del amor. La ternura de una sonrisa ajena te proporciona más placer y alegría incluso que la propia. Los griegos distinguían diferentes tipos de amor: el de los padres o los hijos, los amigos, el de pareja... pero yo creo que el amor, en realidad, es siempre el mismo. El amor es como una tarta, a veces lleva la guinda del sexo pero no es un requisito indispensable. Con la edad me he dado cuenta de que la ternura o el cariño me excitan más, me llenan más incluso que el sexo. Es una excitación más lenta, como el calor de una estufa, constante, creando hogar, dejándote en una tranquilidad apacible y placentera; y el sexo sería como un incendio, algo brusco que, si no hay amor, deja escombros y cenizas. Y si por alguna casualidad conseguimos aunarlo todo, la felicidad se torna plena. Aunque soy más partidario de la alegría compartida que de la felicidad. La alegría se estira en el tiempo, es un estado y la felicidad es más bien un instante que se pierde enseguida, por eso siempre estamos en busca de la felicidad, por su imposibilidad de mantenerla. Pero viendo a mis amigos felices o alegres, a los amigos a los que amo, siento alegría yo también. Te veo sonreír, sé que he sido yo el causante de tu sonrisa, el amor de mis palabras ha llegado a su destino, de alguna manera nuestros caminos se han cruzado, además de mi amigo eres mi hado, tu ternura recarga mi corazón, verte feliz me alegra la vida y el amor que te tengo me lleva en volandas.

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