jueves, 24 de agosto de 2023

El esplendor de lo insignificante

Está por todas partes. Puede que haga falta una lupa, un microscopio o, tal vez, solo unos minutos, unas horas o unos días de espera. Observar en el momento justo, cuando la flor se abre, cuando un rayo de sol lo ilumina, cuando cae la tarde o al amanecer, de noche entre sombras, quién sabe. También se encuentra en todo lo que llamamos rutina: en miradas desapercibidas, en sonrisas amables, en ese tipo de detalles en los que casi nunca prestamos atención porque, a lo mejor, hacemos de forma automática. El esplendor de lo insignificante surge cuando olvidamos el tiempo. Esa gota de sudor que se desliza por nuestro pecho, esquivando pelos, dividiéndose, ahora dos gotitas en plena carrera, una decide rozar el pezón, la otra se aleja, la primera adquiere más velocidad justo al dejar atrás al pezón y se acerca a la otra con unas ganas tremendas por contarle que su aventura ha valido la pena.

No hay comentarios: