sábado, 26 de agosto de 2023

El viaje

A pesar de estar inmersos en uno, el viaje es de las cosas más necesarias porque nos enseña la otredad, nos sirve de terapia, es como una pequeña sacudida natural que, al volver al lugar de origen, nos hace ver el mundo de otra manera, la odiada rutina parece que nos vuelve a gustar, queremos volver a ver las caras de siempre y relatarles nuestra experiencia. Aunque muchos sustituyen el relato por fotos, sobre todo en las redes, pero no es lo mismo. Las fotografías para mostrar a los demás deben contener algo artístico porque, cuanto más personales sean, a menos gente tienes que enseñárselas. Cuando uno no puede viajar, a mí me ha pasado estos últimos años, por lo que sea, debe leer más. Las lecturas son viajes espirituales; en poco más de una página sales disparado a otro mundo, otra época, siendo otro. Y en este viaje vital nos vamos preparando para otro viaje: el que casi nadie quiere nombrar. Hoy en día tenemos la convicción de que si no nombramos algo no existe: somos los reyes del auto engaño. Pero la nombremos o no, la muerte camina a nuestro lado en este viaje vital. De nosostros depende hacernos amiga suya o mostrarnos indiferentes. Yo opto por la primera opción. Y como es mi amiga, me gusta pensar en ella. Muchas veces es involuntario, los recuerdos de amigos y familiares desaparecidos vienen a mí sin pedir permiso. Y me hago preguntas, y les hago preguntas, conversamos, practicamos un viaje dialéctico y, no sé por qué, a veces pienso que cuando uno nace ya está muerto. Que la vida solo es una mentalización, que no hay diferencia entre vivir y morir, que la única diferencia está en amar o no amar.

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