viernes, 26 de julio de 2013

Días de verano que son como una tarde de amor

Idéntica sensación de haber acometido con valentía el sexo durante horas, cuando dos cuerpos, pegados por el cansancio, lenguas saladas que chasquean a cámara lenta y comprueban al pasar por los labios que tienen el sabor del otro. Piel húmeda que se despega como un sello antiguo al sentir el calor de un sol seco que parece devolverle a la vida, lo vemos retorcerse lentamente y oímos el sonido cuando se despega del papel amarillento, el mismo sonido del brazo ajeno que se separa de mi pecho. Las manos no se deslizan, son caricias que reptan, pensamientos de sauna a menos de treinta y tres revoluciones, movimientos de gusano viejo y tu sal en mis ojos. Una lágrima se balancea en el columpio de mis pupilas donde tú te reflejas, producto del recuerdo generado por estos días de verano que son como una tarde de amor. Se desliza por mi rostro provocando cierta tensión sensual en mi piel. Mis labios, temblorosos, buscan su contacto y la magia del momento me devuelve tu sabor en la ilusión de mi llanto.

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