jueves, 11 de julio de 2013

El aleteo

Contenía un mensaje que resultó ser también una sorpresa, pero no una sorpresa normal sino una sorpresa doble. Porque lo que nos sorprende siempre está ahí, pero la mayoría de veces no lo vemos, la cotidianidad lo camufla, la maravilla nos ronda pero se nos hace transparente. La realidad en sí es fantástica, sólo hay que estar predispuesto, a dar el aleteo, a verlo, a sorprendernos. Y una de las sorpresas del aleteo fue su ritmo, un batir de alas a contratiempo con la vulgaridad, que me hizo levantar la cabeza, comprender que para estrellarse hay que despegar primero, un aleteo con una sonrisa incorporada, con una visión de regalo, un batir de alas que era la contraseña para una vida plena, el click que abría la puerta a un nuevo mundo. El aleteo se incorporo a mi corazón y, mascando nubes, planeaba de la única forma posible: por el cielo. Un piano imaginado comenzó a tocar la melodía del instante que iba pasando de poro a poro hasta recorrer toda mi piel. Un coro de pájaros llevaba el ritmo con su aleteo. Abrí los ojos intentando pensar que todo había sido un sueño y al pasar la lengua por los labios de forma involuntaria, un trozo de nube se deshizo en mi paladar celebrando lo fantástico del momento.

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