miércoles, 20 de septiembre de 2023

La plaga

La mayoría de gente no quiere progresar, no quiere corregirse, quiere salirse con la suya. Hoy en día una persona con personalidad, que tiene cierta influencia en pequeños círculos, como en su trabajo o en el bar de la esquina, que tiene cierto estilo para reírse de los demás pero que no tolera que lo hagan con él, es como un niño mimado, dice tener argumentos pero solo son excusas, bromea con las cosas que importan al resto y pretende vender sus nimiedades con excesiva seriedad. Suelen conocerse como los bien considerados, pequeños líderes de grupúsculos ínfimos, con seguidores iletrados y lameculos, alardean de que no leen, no les hace falta, dicen, pues lo saben todo ya. La realidad es que se ahogan en un vaso de agua. Tuve un compañero de trabajo que decía tener follamigas, estaba casado, pero le ponía los cuernos a su mujer y alardeaba de ello. Como era de esperar, su mujer se enteró, y lo dejó. Su chulería grotesca se esfumó al instante. Lloraba casi todos los días en el trabajo, no entendía que le hubieran dejado a él. Le oías hablar y la culpable de todo parecía ser su mujer. Qué será de mi hija, decía. Si echas un vistazo alrededor hay infinidad de gente como él. Tienen dos características fijas o comunes: apariencia y prepotencia. No son malas personas, sólo ignorantes engreídos. Son los que tienen el mejor coche, solo compran gangas, follan más que nadie, mienten más que hablan. Saben tanto de la vida que, al mínimo problema, se hunden en la miseria. Cuando hablas solo con ellos son hasta razonables, pero si hay una tercera persona o más necesitan ser el centro de atención y demostrar su valía que para los demás es sólo ignorancia. Son una plaga.

No hay comentarios: