jueves, 28 de septiembre de 2023

Todo es comenzar

Estaba escribiendo sin tener muy claro sobre qué. Se me habían ocurrido un par de líneas que prometían bastante pero, como si estuviera en un autobús público y se nos acabara de cruzar un coche, di un frenazo, solté el bolígrafo y salí a ver qué había pasado. Varios pasajeros salieron conmigo. Habíamos tenido mucha suerte, dijo un joven. La verdad es que el coche y el autobús habían quedado completamente pegados. Creo que no, dijo el mismo joven. Saco un papel de fumar de su bolsillo y lo deslizo entre el autobús y el coche. Con mucho cuidado, lentamente. Los pasajeros que habíamos bajado estábamos todos pendientes del joven. Estuvo poco más de un minuto pasando el papel de fumar. Cuando terminó varios pasajeros aplaudieron. Ahora inténtalo con dos, dijo otro pasajero. No sé si funcionará, dijo el joven. No funcionó. Uno de los papeles quedó destrozado. Déjame a mí, dijo otro, soy científico. Tampoco funcionó. ¿Qué probabilidad había de que quedaran los dos vehículos a una distancia de un papel de fumar? Una entre un millón, dijo una mujer. ¿Y eso por qué, por qué no una entre diez millones o entre dieciocho, y por qué millones? Comenzaron a discutir. El científico hacía garabatos en unos papeles de fumar que le había prestado el joven. Parecían fórmulas que no entendía nadie de los allí presentes. La mujer se empeñaba en decir que siempre se había dicho una entre un millón y eso no iba a cambiar nunca, y menos ahora que era el momento idóneo de decirlo. El científico siguió escribiendo. El joven se quedó sin papeles. Los pasajeros comenzaron a subir al autobús. La mujer del millón decidió irse andando. El discutidor la acompañó, voy en esa dirección, le dijo. Y siguieron discutiendo. Subí al autobús. Me senté. Tenía un bolígrafo en la mano. Miré a mi alrededor; no había nadie, estaba en casa, solo, escribiendo sobre un autobús inexistente. Nada parecía tener sentido, pero el sinsentido ocupaba ya medio folio. Todo es comenzar.

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