domingo, 3 de septiembre de 2023

La trampa

Me siento como en una trampa. Atrapado en una vida que no me corresponde, con el amor de mi vida a muchos kilómetros y más amigos a la misma distancia o parecida. Podría escapar, pero ni siquiera lo intento. ¿De qué sirve amar entonces? A veces me hago esa pregunta y he encontrado muchas respuestas. Amar no es útil, por lo menos no siempre, pero es necesario. Sin amor la vida pierde cualquier atisbo de sentido. El amor es la esencia de la vida, es el aire y el agua, lo demás es complementario. Nada sirve sin amor porque todo cansa sin él. Se pueden tener desengaños amorosos, pero no se puede dejar de amar. Es el latir de la vida auténtica. El amor hace sufrir, tarde o temprano, es evidente, pero es la esencia, y sin esencia no hay vida. Todos estos valores están entrelazados. Pienso en el amor materno. Mi madre me enseñó a amar, amaba a mi madre, pero ella murió, así que sufrí, pero también pude comprobar la veracidad de sus enseñanzas, porque, a pesar de la muerte, el amor perduraba, seguía en mi mente, y en mi corazón, al igual que todas las personas a las que he amado. La trampa es, por tanto, que el amor es indispensable para tener una vida plena, en realidad, el único requisito.

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