viernes, 28 de marzo de 2025

Amar y morir o puede que al contrario

Puede que filosofar sea aprender a morir pero amar es vivir para siempre. Son las dos caras de la moneda de mi existencia. El arte está presente en ambas. Porque el poeta filosofa y también ama. Y hay un hilo musical o banda sonora y un fondo pictórico. El arte se cuela por todas las grietas y, en todas ellas, amor y muerte cohabitan. La muerte es un final pero también un renacer; la palabra idónea sería tránsito. La vida es un cambio constante y los dos grandes cambios son el nacimiento y la muerte, entrada y salida de la vida, viaje o excursión existencial donde aprendemos a morir amando. Por eso hemos de aprender a descubrir las maravillas de las pequeñas cosas, los enigmas de lo cotidiano, la novedad de la repetición, el asombro que surge de la monotonía de la vida diaria. No podemos dejar que nada pase desapercibido porque la esencia está en todas partes y hay que libarla con delicadeza, tirar con cariño de ese pequeño hilo que aparece en lo frecuente y nos lleva a lo inesperado. Preguntarnos si tan solo es casualidad o producto de un destino imaginado por una experiencia que tuvimos al otro lado. Ese lado del que venimos y al que también vamos. Pero amando, siempre amando.

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