domingo, 30 de marzo de 2025

Enfermedad privada

No se trata de una enfermedad rara, sólo es una hecha a mi medida. Uno de los síntomas es escribir y disfrutar con ello, reír solo, y también bailar y hablar. Cuando no puedo escribir, estoy en blanco, tengo deseo de hacerlo pero algo me lo impide -puede que yo mismo-, sufro hasta lo indecible. No escribo para que me lean, es como otra forma de respirar, escribo para percibir mi existencia, para conocerla y también para amar. Conozco el poder de las palabras, pero aún me cuesta manejarlas. Otro de los síntomas es el amor. Amo muchas veces sin que nadie lo sepa. Amo a personas que nunca lo sabrán. También amo a personas que no me corresponden, pero no me importa. Otro síntoma es el constante intento de entender las cosas, los actos de los demás, la vida en general, cuando, la mayoría de veces, es todo absurdo y no tiene sentido. Nosotros fabricamos el sentido de las cosas. Mi enfermedad privada me lleva a descubrirme en el otro, a ser el gran observador que quiere comprender y escribirlo, explicárselo, gozar con lo vivido, lo sentido, lo amado. A veces pienso que soy contradictorio, pero se me pasa al descubrir que soy multitud. Mi enfermedad me lleva a alegrarme de las alegrías ajenas más que con las propias, pero también a sentir el dolor del otro, el desgarro que intento solucionar pero me veo impotente porque mi enfermedad privada me impide salir de mi cuerpo y amar con el viento. Pero lo intento, siempre lo intento.

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