martes, 11 de marzo de 2025

Máquinas bioquímicas

Programadas para perpetuar la existencia. Dicho así suena hasta bonito, pero la existencia que se perpetúa es la del sistema que subyuga. Muchas de estas máquinas no se dan cuenta del uso que hacen de ellas, de la manipulación de sus actos que ellas creen libres. Otras se dan cuenta pero les cuesta reconcerlo. Y unas pocas continúan luchando a pesar de todo, contra todo pronóstico, queriendo alcanzar lo imposible que a veces sucede sin saber muy bien cómo. Son los ácratas empoderados en el silencio de sus hábitos antisistémicos. El amor dirige estas máquinas como a las flores las mueve el viento y la música de los corazones provoca el contoneo de los cuerpos y amo como una máquina bioquímica niño, con la revolución en los ojos y la creación en las manos. Me dirijo a un nuevo mundo, a uno tanto tiempo soñado que se cansó de los sueños y quiere vivir a nuestro lado, luchar por lo imposible, amar lo no creado. Máquinas bioquímicas que recitan poemas, que distribuyen y mezclan colores en un lienzo, que piensan cantando y aman sintiendo. Máquinas que van a dejar de serlo. La transformación está en el aire y es transportada por el viento.

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