
Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
jueves, 20 de marzo de 2025
El último enfado
La jornada laboral no comenzó muy bien. Mis compañeros más dicharacheros, conocidos también como los enrollados, se burlaban de mí en el vestuario, esta vez era por mi corte de pelo. Lo hacían, según ellos, de una manera discreta y sútil, creyendo que yo no me daba cuenta, pero se estaban enterando hasta en Constantinopla. Durante la jornada me cansé bastante y, además, hace una semanas que arrastro un cuerpo dolorido que, casualmente, es el mío. Finalizado el trabajo llegué al vesturaio un tanto quemado y despotricando debido a un comentario de mi jefe que hizo de gota que colma el vaso. Me duché, adquiriendo un mínimo relax para mi magullado cuerpo, y excitando a mi espíritu combativo a una lucha dialéctica que me rondaba como esos cuervos negros que dan vueltas empecinadamente anunciando la catástrofe, su llegada inminente. Me vestí, puse la mochila en mi espalda y me dispuse a montar en la bici cuando comprobé que me habían deshinchado la rueda trasera. Lo primero que me vino a la cabeza fue un malditos cabrones de mierda, pero algo, interiormente, me dijo, sonríe, sé feliz, que nadie te intimide y sé tú mismo más nunca. Así que hinché la rueda y me fui pensando en los detalles de mi próximo plan. Este iba a ser mi último enfado, me dije.
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