sábado, 12 de abril de 2025

Ambos

Hoy me dije que si escribía lo que sentía, el resultado de mi escritura, esas páginas blancas emborronadas de letras, eran yo mismo. Que la mejor manera de conocerme era releerme, buscar entre las líneas lo que ni siquiera me había atrevido a decirme a mí mismo al escribir. ¿Quién soy entonces? ¿Las líneas o los espacios en blanco? ¿Las notas o los silencios? Ambos, ambos. Es difícil conocerse, arduo y complicado. Primero creemos saberlo todo, generamos un yo, un ego, un sabelotodo, pero eso no somos nosotros. Sentimos lo que nos dicen y como nos dicen, nos dejamos llevar por el entorno. Hay una etapa rebelde, donde todo nos lo permitimos. Hay ofuscación, hay apatía, hay miles de errores que inundan la vida. Por eso hemos de conocernos siempre. Si no sabemos quién somos no podemos conocer ni comprender a nadie más. Así que escribo a diario. Hablar de amor me sonrojaba, parecía ñoño, fuera de moda, pero comprendí que yo era todo eso, un ser fuera del tiempo, puede que incomprendido, no valorado o no correspondido, pero eso al amor no le interesa, lo que pesa es lo sentido, lo que sigo sintiendo, incluso sin haberlo tenido. ¿Se puede amar a lo desconocido? ¿Acaso no somos desconocidos nosotros mismos? El amor no tiene límites, no hay distancias que no pueda salvar. Puedo amar muertos, seres imaginarios, estar preso y sentir la libertad. Soy la cal y la arena, sombra y luz de una vida eterna que no sabe que lo es, soy el infinito del revés, la nada que nunca fue, soy quien te ama aunque tú no lo sepas. Soy el amor por donde trepas. Ambos lo somos.

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