lunes, 28 de abril de 2025

Señor Dogma

Para los amigos, Don Sentencioso. Todas sus frases quieren abarcar un mundo. Pesan como una losa de plumas compacta que, al poco tiempo, se las lleva un ligero viento disipador de charlatanerías varias. Usa lo que yo denomino generalizaciones inversas. Son, podríamos decir, "individuaciones", frases que suenan bien la primera vez que se dicen o se escuchan pero, poco a poco, van perdiendo el poco sentido que tenían. El Señor Dogma es coqueto y, como tantos otros, a su manera, pretende ser original, dentro de lo que cree sus cánones de su modernidad identitaria, de su flexibilidad neoconceptual, de su infalible y también inefable muchas veces vida sentenciosa color de rosa. Señor Dogma defiende su manera de actuar con coraje pero que la tengan otros le parece un ultraje. Suele pasar por estas y otras lides, yo me tolero lo que no consiento al resto, es la consigna perenne de Don Sentencioso. En su círculo vicioso de supuestas amistades chichinabo sus frases brillan como diamantes, todos se congratulan ahora pero nadie recuerda lo que se dijo antes. Se dan la razón mutuamente, intercambian palmaditas, critican al inocente, al que no entiende su palabrarería que, posiblemente, durará sólo un día. Señor Dogma renueva sus frases a menudo, es indispensable para surfear la ola de la ultimísima modernidad, de lo que se lleva ahora, en este mismo instante, en este milisegundo, no en el de antes. Por eso no le hace falta memoria porque su imaginación escupe frases como el contenido de los bolsillos una noria. Y lo peor de todo, la última hora, Señor Dogma se reproduce por esporas.

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