Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
jueves, 29 de febrero de 2024
Mi cabeza está llena de nombres de perro
Los perros nunca defraudan. Pueden estar años sin verte y se echarán a tus brazos como si fuera ayer, lamiéndote de felicidad por el encuentro. Lola, Lila y Lalo eran los tres perros de mi vecino gitano. Cuando los llamaba parecía estar cantando: Lo-la-li-la-la-lo. Siempre aparecían por el orden de llamada, iban y venían, daban vueltas sobre sí mismos, eran como un estribillo animal, sus nombres eran cantados y ellos bailaban fenomenal. También he conocido a dos perros llamados Kenzo que eran completamente no idénticos. Perros con nombre de persona, Luis, Ramón y un terranova negro y extremadamente brillante llamado Ernesto. Mil y una Lunas de todos los colores y tamaños. Un buen puñado de Blacky, todos negros menos uno de un borracho que me explico que lo llamó Blacky por el color, y cuando le dije que el perro era blanco, él decía que su perro era albino. Pancho, un labrador muy cariñoso que se alegra mucho al verme porque yo no le chillo. Su dueño está sordo y siempre le está chillando, a Pancho y a todo el mundo. Y hay un nombre que va saltando de mi corazón a mi cabeza, el rey de los argonautas, Néstor, mi alma perdida, mi fiel amigo que, a pesar de llevar un año muerto, sigo sintiendo su amor cada día.
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