viernes, 10 de noviembre de 2023

La mirada

Caí cautivado ante ella. Ejercía cierto poder de atracción sobre mí. Esa mirada me desarmaba, como se suele decir. Aunque esas no serían las palabras correctas; más bien, me desnudaba. Sentía un poco de vergüenza, parecía como cohibido, sin habla, pero me gustaba estar ante esa mirada. Poco a poco iba comprendiéndola; dejé que me hablara. La mirada me había desnudado por completo, pero ya me sentía a gusto, había recuperado el valor, el orgullo de estar ante ella. Y decidí zambullirme en su mirada. Un mundo alucinante apareció ante mí. El tiempo se había parado, aunque, más bien, el mundo del interior de su mirada no parecía tener tiempo. Mi desnudez se sentía acariciada. Puede que me estuviera hablando pero ya no oía nada. Fluía por esa mirada como por una piscina de agua templada. Era como estar en un beso gigante, toda mi piel se sentía besada y unos rayos de futuro placer iluminaban mi cara. Seguí nadando por la mirada, despacio, con calma, disfrutando de todos mis hallazgos, desde la piel hasta las entrañas. Creo que llegué hasta su alma. Su maravillosa mirada era ahora mía, no comprendía pero disfrutaba. Volví a revivir todas las caricias del pasado y, como poseído por un hado, comprendí que su mirada estaba hecha de la ternura más pura, comprendí que me amaba y su mirada me lo demostraba.

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