sábado, 25 de noviembre de 2023

Pensando sueños y soñando ideas

Sumido en un letargo producido por el resfriado que arrastro pienso en ese libro no terminado, en todas las historias que he comenzado y están estancadas como mi ánimo. Carpetas y carpetas llenas de relatos empezados que se quedan, como mucho, a mitad de camino; veinte, treinta o cuarenta folios de novelas que se frenan por la rutina del mundo que me fagocita y me supera. Pienso en ello. Y me doy cuenta de que así es mi vida, voy como a trompicones, a ráfagas, a veces hay cierto destello pero luego todo se estanca, se paraliza. Y casi todo empieza a salir mal. Me golpeo con las puertas, me olvido de las cosas importantes, hago una montaña de nimiedades, y las personas que me amaban ahora parecen odiarme. Sin duda está todo en mi inteior. Hay una lucha constante. Intento calmarme. Tomo una infusión y me tumbo un rato. Podría empezar a abrir esas carpetas y terminar un relato cada día, más adelante ya los corregiría si hiciese falta (siempre hace falta). Podría viajar y conocer por fin a mis amistades digitales, disfrutar de su compañía y ellos de la mía. Podría acelerar la velocidad de lectura y aminorar la velocidad de compra de libros, pero, esté soñando o no, eso va a ser muy difícil. Podría empezar a poner un poco de orden, no sé, a todo. Siempre he pensado que esos pequeños cambios mejorarían mi vida, pero me resisto a ponerlos en práctica. Me despierto con el pelo pegado a las sábanas por un sudor enfermizo. Me ducho. Abro una carpeta y decido terminar un cuento.

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