miércoles, 27 de diciembre de 2023

El elixir

Transito por un mundo de certezas, esquivándolas todas, gracias al elixir de dudas que ingiero en mis desayunos filosóficos. El aparente descanso nocturno me reporta cierto bienestar físico, aunque a veces el mundo de los sueños me escupe a la realidad completamente agotado. Voy hacia la rutina en bicicleta sin saber quién soy, como cada día. Me reconstruyo en el pensamiento durante la jornada laboral. Me desdoblo y, mientras trabajo, pienso en lo mágico del mundo, en esos hilos invisibles que me unen a mis amigos, a la naturaleza, a ciertas nubes, a ciertos versos, a mundos desconocidos, a paraísos inciertos. Disfruto el instante, vivo el momento, pero, últimamente, todo es un lamento. El mundo agoniza, el horror nos salpica aunque no queramos verlo, y el amor, del que estamos llenos, si no lo compartimos, se marchita, y el universo no se expande y se debilita. Por eso, vivo cada día como una aventura, llena de batallas minúsculas, de logros que duran medio instante, de sonrisas que se lleva el viento, de miradas perdidas que me cuestionan y gente reclamando atención de manera desagradable. Todas hostilidad es un grito de ayuda que nunca va a ser reconocido. La calle está llena de orgullo inútil que supuran los mal-bichos, entremezclado con curiosidad renacida ante alguna frase inesperada, ante una actitud sorpresiva que arranca nuestra sonrisa y la propaga. Se acerca la noche y preparo el elixir para mi siguiente aventura de mañana.

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