martes, 19 de diciembre de 2023

Para que nada cambie

Hay personas que están ahí para eso. Muchas ni siquiera son conscientes de su función. Por eso en el trabajo, cuando ascienden a un compañero vemos que su actitud cambia. El sistema te va moldeando con cantos de sirena: ascenso, más dinero, codearte con otro tipo de personas. Para que esto ocurra atan varios hilos invisibles a tu cuerpo para poder moverte a su antojo. Cada ascenso supone relacionarte con un círculo de personas más influyentes, con un coche más potente, una vivienda en un barrio más distinguido. Todos estos grupos de personas se creen distintos pero son todos iguales. Muchos tienen unas vidas vacías pues no hacen nada de lo que les gustaría. Pero es el precio que hay que pagar para que nada cambie. Tu supuesta mejora social no es tal, puede que aún no te hayas dado cuenta, pero el tiempo te hará añorar amigos, cosas simples, caminar o ir en bici, no tener prisa, poder leer o meditar a la sombra de una higuera, disfrutar de una conversación con una persona cualquiera, volver a encontrar algo de amor de verdad, confiar en las personas. Tu empatía está deformada, como una pasa arrugada, pues se reduce a tu pequeño círculo. No tienes conciencia de clase, crees que perteneces a una superior pero en realidad no existe. Y esos hilos invisibles que te pusieron se pueden romper en cualquier momento. Puedes caer a un vacío de incomprensión y volver a ser un don nadie, y eso te da miedo, entonces dejas que te aten otro hilo más. Tu sonrisa es falsa pero tienes que comportarte. Haces lo que te piden, dices lo que todos dicen, no creas problemas. Pero tu vida es una auténtica mierda. Todos tus logros son económicos. Si no tuvieras lo que tienes, las personas con las que ahora te relacionas, no te verían. Feliz navidad, le dices a tu vecino al que sonríes todos los días cuando en realidad le odias. Pero quién sabe, a lo mejor seais socios en un futuro o consuegros, depende del hilo que mueva el sistema.

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