martes, 26 de diciembre de 2023

Piedras en el camino

A pesar de que el año lo voy a comenzar con un saco lleno de buenos deseos, también lo voy a terminar con una serie de azarosos acontecimientos, una ristra de desgracias. Como dice el refrán, las desgracias nunca vienen solas, van de fiesta en fiesta, se reunen en grupo, y aparecen en tu vida como si el volquete de un camión te las descargara en la cabeza. Te hundes, no sabes cómo actuar, no respondes como deberías, y donde antes las cosas iban bien o no pasaba nada, ahora está todo teñido por el mal. Así que voy a optar por cierto optimismo, tal vez un poco artificioso, para la ocasión. Porque la ocasión la pintan calva, por tanto la ocasión debo ser yo. Me deshago de las costras de miedo que se habían adherido a mí y dejo a un lado el catastrofismo de siempre, la auto inculpación indebida. Me doy un baño de estoicismo y ya que no puedo controlar todo en mi vida, intento concentrarme en mis reacciones. Voy al bar de mi pensamiento y me reencuentro con todos mis yos. Les invito a una copa: ataraxia para todos, pago yo. Nos quedamos más tranquilos; era de esperar. Estoy tranquilo en la tormenta. Respiro tranquilo en mi jardín que la sociedad ha decidido bombardear con pequeñas piedras de problemas que van en aumento. No sé cómo pero mantengo la paz. Me tomo otra copa de ataraxia y, con toda la tranquilidad que adquiero, gestiono mejor mis emociones. Busco la imperturbabilidad. La tranquilidad me ayuda a encontrarme y, a la vez, el yo que encuentro, sin duda mejor, me ayuda a tranquilizarme. Van desapareciendo las piedras del camino o, quizá, ya no me estorban como antes.

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