domingo, 29 de diciembre de 2024

Insoportablemente sensible al mundo

Siento todo lo que ocurre. Me implico en comentarios ajenos. Me duelen las catástrofes y las guerras pero también siento satisfacción cuando me entero de una reforestación. Soy un trozo de piel de mundo. He intentado ser indiferente, no implicarme en asuntos que no me conciernen aparentemente. Aunque si he de ser sincero, creo que todo nos concierne porque todo y todos estamos conectados de alguna manera. Dejarse manipular, olvidarse del pensamiento crítico, vivir sumido en una felicidad consumista, solo son características del autoengaño imperante. Todos los consejos nos incitan a ser positivos y optimistas, pero no es una actitud realista, ni la contraria tampoco. La vida tiene sus altibajos, la mejor opción, sin duda, es saber aceptarlos todos; aceptar el dolor, pero no buscarlo; asumir la muerte, pero no ir hacia ella; analizar nuestra tristeza, de dónde viene, ¿es provocada, un autocastigo tal vez o es natural y propia del ser humano?; analizar también nuestra felicidad, su naturaleza o su artificialidad, saber que la primera es amable y beneficiosa y la segunda un engaño más que acabará perjudicándonos. Ser capaces de amarnos y de amar, darnos cuenta del oleaje del amor, de que el sentimiento puro es paz y calma, pero, para llegar hasta él, viviremos ciertas ansiedades. No sucumbir en la derrota sino aprender y resurgir, recomponer nuestra alma rota, amar con o sin placer. Siento todo lo que ocurre porque pasa por mi piel. Siento lo que pienso también, incluso los deseos que imagino, siento mi destino, y el futuro que está en camino. Y lo que siento es la vida, que es un arte que se aproxima y me envuelve y, por eso, he decidido amarte porque, aunque insoportablemente sensible al mundo, amarte es lo más maravilloso y aunque estés en cualquier parte te siento y te sentiré pues haces mi corazón palpitable.

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