Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
miércoles, 11 de diciembre de 2024
Mi cuerpo es libro
No creí que esto fuera a suceder, pero los libros de mi biblioteca, no todos, son como mis órganos, si uno desaparece, mi cuerpo se resiente. Noto cierto malestar. No hay un orden en mi biblioteca o tal vez el orden sea el caos que, por cierto, reina en toda la casa. Hace años me di cuenta de esta particularidad, de este tipo de relación mágica entre los libros y mi cuerpo. Ocurrió algo con uno de mis libros que más admiro, Jacques el Fatalista, de Denis Diderot. Se lo había dejado a una amiga, Verónica, para que disfrutara de la lectura. Un día empecé a sentir desasosiego sin que hubiera ocurrido nada que pudiera provocarlo. Notaba cierto malestar que en un principio achaqué a la comida. Pero iban pasando los días y el malestar continuaba. Fui al médico y me dijo que estaba perfectamente, pero yo me sentía extraño. A las dos semanas me dijeron que Verónica había muerto y que habían repartido sus pertenencias entre familiares y amigos, pero como yo vivía en otra ciudad, a mí no me habían incluido, así que mi libro vete tú a saber donde acabó sus días, puede que incluso en la basura. Fui a una librería y me compré otro ejemplar en una edición mejor. Y cuando llegué a casa me encontraba perfectamente. Era como tener un nuevo órgano, a estrenar, había rejuvenecido. Lo volví a leer y disfruté incluso más que antes. También percibo que mi cuerpo es libro al escribir, al crear un libro nuevo. Cuando lo termino siento una satisfacción que me reconforta al haber escrito unas páginas más de vida. Supongo que cada escritor tiene una cantidad de libros para escribir asignada de antemano por el destino, puede que incluso venga detallado en su ADN y, cuando cumples tu cometido, tu cuerpo se transforma en libro y habitas en las estanterías de las bibliotecas para siempre.
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