domingo, 22 de diciembre de 2024

Pese a todo

La mayoría de gente hace balance en sus vidas al finalizar el año. Pero solo de ese año. Por otro lado, los buenos propósitos de comienzo de año se diluyen a los pocos días. Estamos constantemente cambiando pero apenas nos damos cuenta. Solemos percibirlo cuando ha pasado mucho tiempo o cuando algún conocido que había dejado de vernos nos vuelve a ver al cabo de los años. Así que percibimos los cambios a través del otro. El concepto de felicidad no nos entra en la cabeza porque no queremos sentir dolor ni envejecer ni morir. La felicidad que nos vende el capitalismo no existe pero insistimos en buscarla. El dinero no da la felicidad ni la facilita ni ayuda bastante, como se suele decir, solo tienes más posibilidades de gastar y nada más. El amor muchas veces no es correspondido y, si no sabes amar, sufres más de la cuenta y acabas tergiversando el amor, lo transformas en una posesión más. Vivimos en la época del instante: lo quiero todo y lo quiero ya. Placeres, experiencias, caprichos... Pero el instante muere enseguida y nunca estamos satisfechos, nuestras alegrías solo son comparaciones y la envidia surge por todos los rincones. Pero siempre hay un resquicio, una pequeña grieta con un atisbo de luz, algo en tu interior que te dice que te esfuerces y que tengas paciencia. Que a amar no se aprende en un día, que el dolor forma parte de la vida y que el fracaso y el éxito son solo tonterías. Que la alegría y la riqueza es que te quieran y, sobre todo, querer. Porque pese a todo la vida es bastante bella.

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