lunes, 22 de enero de 2024

Al perder el amor pierdes la vida

Dice el poeta. Y qué razón tiene. Yo iría un poco más lejos y diría que el amor es la inmortalidad, el futuro, un lugar sin espacio donde no hay tiempo y puedes seguir queriendo por siempre. Por eso morir sea, solamente, perder el amor, porque si mueres amando sigues viviendo sin cuerpo, en los corazones de los que te siguen queriendo. Siempre se ha dicho que el amor es más fuerte que la muerte, tal vez sea lo único más fuerte. Por eso creo que deberíamos tener más miedo a perder el amor que a morir. No un amor, sino el amor. Una trayectoria debería ser el amor en nuestra vida, un camino por el que transitar, con sus zigzags y sus vaivenes, una atracción en esta feria de la vida, un juego donde se acumula amor para tener más vida. Tal vez los entresijos de la existencia nos sean desvelados por un niño que ama, que juega amando, que ama el juego y se involucra, que genera mundos con su fantasía, que vive aventuras todos los días, que nos deleita con su sencillez y con la poderosa energía que desprende su imaginación que parece no tener fin. Es ese niño que se oculta en nuestro interior, que insiste en mostrar su voz, en decirnos, cada día, aquí estoy yo.

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