jueves, 11 de enero de 2024

¿Estamos permanentemente en otra parte?

Cuando era niño me decían a veces, cuando reclamaban mi atención y yo prefería seguir fantaseando, que estaba en las nubes. Podía estar en cualquier parte, los niños tienen ese poder. Pero cuando te haces adulto las cosas cambian. Estás en casa pensando en el trabajo y viceversa, en el trabajo pensado en qué harás cuando llegues a casa. Estás conectado y el mundo de tu alrededor desaparece y se abre ante ti un mundo internáutico donde evadirte y sentirte distinto. Pero no tiene por qué ser así. Podemos mantener ambos mundos. Y las conexiones no tienen que buscar exclusivamente la evasión, podemos encontrar también el conocimiento, igual que hacemos amigos en nuestra ciudad, y los conservamos con conversación y trato afectivo, podemos hacer lo mismo al conectarnos. Esa es mi intención. También hay que saber dosificar los tiempos y saber hasta dónde podemos abarcar. Mis relaciones afectivas cuando me conecto son maravillosas, pero no son así las de la mayoría de la gente. Por eso, aunque parezca estar en otra parte, mis amistades recalan todas en mi corazón, y las llevo donde yo voy. Agrando el conocimiento y busco el contacto, la tercera dimensión. Por eso es tan importante la sinceridad, aunque todos actuamos un poco y queremos mostrar lo mejor de nosotros mismos, no podemos ocultar la verdad y mucho menos tergiversarla. Por eso intento estar en las nubes pero mirando a tierra, disfrutar del momento pero soñando con esas nubes, viendo el horizonte y generando nuevos, buscando la ubicuidad que poseía de niño.

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