martes, 9 de enero de 2024

Todo lo que se muestra

Uno no es todo lo que muestra, por lo menos no sólo. En las redes sociales vemos personas, tenemos amigos y, muchos de esos amigos, creen conocernos, pero solo te han idealizado. Debemos contar con esta premisa. La mayoría de personas sufrimos, tenemos defectos, y esas cosas no quieren mostrarse. No digo que haya que hacerlo, solo que hay que presuponer que existen aunque no las conozcamos. Pensemos que la vida se compone de dulce y amargo. Para mí dulce es la amistad, sea en tres dimensiones o en las redes. Amargo es el trabajo, personas que ponen trabas, que hacen zancadillas, que compiten las veinticuatro horas del día. Dulce es escribir, leer, la música, la siesta, viajar y, en esos viajes, conocer a amigos de las redes sociales, como muchos dicen, desvirtualizarlos, añadirles la tercera dimensión que les falta, poder abrazarlos y compartir la existencia. Aunque muchas veces no nos conocemos ni a nosotros mismos y es ahí donde comienza una cadena de errores en las relaciones. Por eso para mí la desnudez es mostrarse como uno es, con su barriga, su calvicie, sus canas, sus arrugas, pero también intentar sacar el interior, que puedan ver mi alma, aunque sea en la distancia. Y cada vez que uno se muestra también conoce a los demás. La sinceridad es un ingrediente esencial para que las cosas importantes funcionen, como por ejemplo, el amor. Sin sinceridad el amor no puede existir, aparece otra cosa. Con la amistad ocurre lo mismo. Por eso, en mi coctelera particular tengo el amor, la amistad, la sinceridad y la cooperación; agito, bebo, aprendo, muestro, observo y, sobre todo, amo.

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