jueves, 18 de enero de 2024

La vida narrada

Dicen que somos seres narrativos, pero ¿la vida narrada es la vida vivida? Tengo mis dudas. A veces la ficción se acerca más a la realidad que las biografías o los diarios. Los géneros han sufrido una fusión, o más bien una globalización, que todo lo embarra. En mi caso, la vida narrada es la vida sentida. La mayoría de mis escritos salen de mis sentimientos; puede que sea un ser narrativo aunque también emocional. La vida narrada siempre incluye alguna mejoría, entre comillas, con respecto a la vivida. Uno tiene más tiempo para analizar los porqués, las causas y todo lo que quiera sobre lo que ya ha acontecido. La vida vivida es más instantánea, más directa, hay que decidir en el momento muchas veces, se actúa con rapidez y se responde también con rapidez: es el signo de los tiempos. El tiempo para pensar se deja para los pensadores, para los filósofos, la gente corriente no se puede permitir ese lujo, por lo menos, no la mayoría. Y, ante el fracaso, los problemas diarios, cualquier tipo de traba, la vida narrada acaba siendo impostada, la mentira infecta casi todo, sobre todo las informaciones y, el auto engaño, es el virus más extendido. A pesar de todo esto, siempre me he sentido un animal raro, con altas dosis de excepción, por eso, mi vida narrada contiene mucho de la vivida, pero también contiene las transformaciones que quiero pertrechar para mi vida futura. La vida narrada sería pues el adelanto de lo que voy a ser partiendo de lo que soy y de lo que ya he vivido.

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