domingo, 6 de octubre de 2024

La ceniza

Todos tenemos ciertas cosas en el pasado que nos gustaría borrar y, aunque parece imposible, son ya ceniza. Así que dejemos de darles vida. La ceniza de un tiempo que no debió existir nos está susurrando al oído que es el presente lo que debemos vivir, que ella se quiere ir con el viento, que la soltemos, que ya no es nada, ni siquiera incienso. Respiramos hondo, nos lavamos las manos, las alzamos al viento y dejamos volar a las turbulencias sonoras que no nos dejan vivir, que ya son horas de existir, de crear un mundo nuevo de alegrías sin fin, de disfrutar del amor y la amistad, de vivir, al fin, con cierta paz. La ceniza se va, una lágrima cae mientras una sonrisa nace y ya mi corazón palpita con otro ritmo más elegante. Un nuevo brillo en mis ojos, la carta que escribí ya le llegó a mi amigo y le vi sonreír en una foto, y soy más feliz porque el embrujo he roto. De la ceniza ya no me acuerdo, aunque sigo más loco que cuerdo, atendiendo a lo importante que es lo que tengo delante, un presente, un porvenir, otras cartas que escribir y recibir, amistad que cultivar y mucho amor que dar. Y del pasado me quedo con lo mejor, con lo que sigo soñando, con las sonrisas, con la ilusión, con la esperanza de encontrar amor, con las caricias que recibí, con esos besos, con aquella flor.

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