martes, 12 de marzo de 2024

El hechicero

Fui a verlo con intención de hacerle una consulta pero no me dejó hablar. Sólo dijo mírame y no hables. Comenzó a correr a todas partes, sin sentido, sin dirección fija, tirando las cosas al suelo, completamente agitado, sudoroso, con la respiración acelerada; el concepto de prisa había adquirido la forma humana. Lo dejó todo revuelto, no había nada en su sitio, solamente yo seguía sentado en la misma silla, algo nervioso también pues nada entendía. Se detuvo y, lentamente, se sentó en el suelo. Estuvo así diez minutos, respirando, con los ojos cerrados. Se quitó la ropa y se duchó con calma. Poco a poco fue colocando las cosas en su sitio, con cuidado, restaurando más que el orden la armonía. Una sonrisa apareció en su rostro y mis nervios se habían evaporado. Bebimos agua mirando por la ventana, contemplando el paisaje, el sol se escondía en el horizonte y la noche nacía. Antes de terminar el agua el cielo estaba lleno de estrellas. Me miró y dijo: ¿he respondido a tu pregunta?

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