domingo, 17 de marzo de 2024

Los siameses

Uno era de un país, el otro de uno distinto. ¿Cómo podía ser posible? Nacieron separados pero los juntó un hado o tal vez fue el destino que propició todo para juntar esos caminos. Pero la verdad es que fue el amor el único pegamento, la unión de tallo y flor, de nube y cielo, de una mirada linda y una sonrisa de caramelo. Nada los puede separar, ni siquiera la distancia, pues están unidos por el cuerpo, por la mente y por el corazón, unidos por el pensamiento y la imaginación, unidos en los sueños y también en la añoranza. Sus pechos se juntaron al darse un abrazo y un vínculo invisible creó una vía que unió corazón y corazón por donde los sentimientos fluyen en plena armonía al ritmo de una palpitación en estéreo. Los siameses, uno con más edad que el otro, pero eso no importa pues viven en un mundo sin tiempo, en una locura artística efervescente, siendo los niños que fueron, siendo niños siempre. Emociones compartidas los unen más todavía. Los siameses pasean por la vida sintiendo que nada termina; todo es comienzo, todo es un lienzo, todo es un escrito que empieza y genera siempre más vida, más vidas, más alegrías compartidas, un futuro unido al amor más puro: al tuyo.

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