martes, 7 de enero de 2025

Entré en tu mirada

Y me bañé en tus ojos. Buceando llegué hasta tu corazón y allí me busqué. Volví a tus ojos y me deslicé por tus pensamientos y allí me busqué. Una nube de colores entre dos pensamientos, enseguida supe que era tu imaginación y allí me busqué. Salí de tu mirada para poder abrazarte y tus besos sabían a arte. En tu piel dejé mi impronta con mis dedos para el día que me buscara en tus poros encontrarme en todos. En tu mirada había luz y sombra porque tu mirada era un todo. Pasé la noche agarrado a tus pezones y el día acurrucado en tu ombligo. Un día nos separamos pero tú estabas en todas mis palabras; te pensaba, te decía, te escribía, te cantaba y te pronunciaba, y tu arte sabía a besos, a los besos que yo quiero darte. Entré en tu mirada un día y creí que por ahí también saldría, pero, ay, cuánta alegría, en tu mirada uno se eterniza. Y yo que firmé en todos tus poros, que libé la esencia de tus labios, que absorbí el alma de tu encanto, que probé las mieles de tu sexo y el dulce sabor de tus halagos, entré en tu mirada y dejé mi amor que allí se sigue cultivando. Y cuando tú sonríes se arquean mis labios, y si la felicidad en mi brota tú también la notas, porque entrar en tu mirada es ser todo y nada. Y desde entonces nuestra alegría está en sintonía y nuestras almas, entrelazadas.

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