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Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
sábado, 25 de enero de 2025
Hoy soñé que
Me leía. Tenía un libro abierto entre mis manos. Iba a todos los sitios leyendo. Paseaba leyendo, descansaba leyendo, cantaba leyendo, una locura, un sinvivir, pero todo leyendo. Hoy soñé que estaba despierto y leía mi vida que se iba escribiendo mientras sucedía. Y cuando estoy despierto creo que sueño, pues tengo unos amigos hermosos a los que amo y quiero porque me cantan y me felicitan y me alegran la vida con sus palabras, con cosas bonitas, con sus tonterías, con su sola presencia o, simplemente, con saber de su existencia. Hoy soñé que leía que escribía que había viajado difundiendo mi alegría, que a todos mis amigos conocía y viajaba por el mundo sin perder ni un segundo, pues muchos amigos son fenomenales pero tan solo digitales, y en el libro que leía en el sueño que soñaba que pasaba páginas despierto a mi vida novelada, abrazaba a mis amigos aportando la nueva dimensión que faltaba, para sentir su tacto, para que sintieran mis besos, para que ellos y yo nos diéramos abrazos. Y leía todo esto con el libro en mi regazo, en un sueño tan vívido como la vida misma, y no sabía si soñaba despierto o vivía dormido, pero el amor se expandía por el mundo a través de mis amigos. Y leía y leía la maravillosa vida que a la misma velocidad se escribía en este sueño que vivía. Y los recuerdos me daban caricias y la lectura mesaba mi barba, y si leía que llovía, soñaba gotas que me besaban, y si un amigo me abrazaba, leía un viaje a su morada. Hoy soñé que no soñaba y que el libro que leía lo cerré para poder vivir la vida que soñaba y, más tarde, poderla leer, la misma vida que se escribía y que leía cuando soñaba.
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