sábado, 18 de enero de 2025

Ese pequeño dolor

Todas mis penas se han aglomerado en uno de mis hombros y siento ese pequeño dolor punzante. Todas las penas del mundo juntas en una parte reducida de mí. Ese pequeño dolor me recuerda que, a pesar de lo que yo piense o crea, no soy libre. Que a pesar de votar no elijo, que la democracia es un fraude y que la paz o la humanidad no existen. ¿Pero puede todo eso acumularse en uno solo de mis hombros? El dolor es primo hermano del amor y nosotros el envoltorio que los transporta. No importa el amor que des o recibas, un día, la vida, dejara dolor en alguna zona de tu cuerpo. El médico dice que es consecuencia del trabajo, pero a mí me duele el genocidio. El médico insiste en que es un dolor muscular y de las articulaciones, pero yo siento latigazos de fascismo e hinchazones de capitalismo. Eso no puede ser, dice el médico. ¿Y cómo lo sabes? Eliminemos el capitalismo de mi vida y veamos a ver si me curo. El médico sonríe pero piensa que se me ha ido la cabeza. A mí me ocurre algo parecido o viceversa, no sonrío debido a las molestias del hombro y pienso que su cabeza no llega a donde la mía llegó. Ese pequeño dolor no lo cura un fármaco. Ese pequeño dolor y todos los dolores los cura el amor. Uno de tus besos me haría sentir mejor. Si yo hiciera la receta, anotaría en ella muchos besos, dejar el trabajo, duchas de agua calienta, a ser posibles compartidas con la persona querida, menos capitalismo y más cooperación, eliminación de todas las guerras del mundo, que en realidad es una, la tercera guerra mundial que está dispersada y lleva décadas en funcionamiento. ¿Pero qué receta es esa más rara?, comenta el médico. Creo que te has vuelto majara. Ahora soy yo el que sonríe y le dice al doctor, vaya, creo que me encuentro mucho mejor, no quiero pastillas ni jarabes, solo alguien que con su amor me salve.

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