sábado, 22 de junio de 2024

Gestos invisibles

Normalmente percibimos los gestos con los sentidos, primordialmente con la vista y puede que el oído. Pero hay gestos más importantes y, a lo mejor, debido a su importancia, son también, podríamos decir, más humildes, o más difíciles de percibir para el inexperto. Estoy hablando de los gestos del alma. Estos gestos me recuerdan a ciertos conocimientos que aprendí en una asignatura de filosofía llamada teoría del conocimiento donde, como Descartes, te invita a desaprender para volver a aprender de una forma correcta. La teoría del conocimiento cuestiona la procedencia de lo que sabemos y cómo lo sabemos o, por lo menos, intenta que nos lo cuestionemos nosostros para hacernos ver que muchas cosas que creemos saber o pretendemos tener conocimientos, simplemente nos las estamos inventando o dando por supuestas debido a nuestras preferencias o deseos. Es algo parecido a cuando nos manipulan con noticias falsas y, a lo mejor, las creemos solo porque van acordes a nuestras creencias. Estos gestos invisibles del alma son el cambio de actitud, pero no por un enfado o una rabieta, me refiero a un cambio de actitud más profundo, que nos acerca a la querida y admirada ataraxia, a esa calma chicha del ánimo, a la serenidad que nos asienta para una futura felicidad o, mejor aún, una alegría leve pero constante. Otro gesto invisible del alma es el cambio de mirada, ese ver algo donde antes no veíamos nada, donde la rutina o la costumbre no nos dejaban sentir el valor de lo que nos pasaba desapercibido. Es curioso porque solemos cambiar la mirada cuando perdemos algo, las favores que nos hacía un amigo que no los percibimos hasta que se ha ido, el inmenso amor de una madre en todos y cada uno de los detalles hacia nosotros que los percibimos cuando nos faltan. Son estos gestos, los invisibles, los que me interesan.

No hay comentarios: