viernes, 14 de junio de 2024

El enigma

Me pasé tantos años descifrando enigmas que he conseguido transformarme en mi propio enigma. Sigo una ruta marcada por el destino; a veces no sé si me estoy dejando llevar o tengo un mapa asimilado en mi cerebro que desconozco pero intuyo, como si estuviera asimilado por mis genes, una función más que generara mi cuerpo de forma automática, como respirar. Intento comprender lo que me está pasando, pero ciertos acontecimientos han generado una nube que crece y obnubila mi comprensión. La realidad está cubierta por un manto de seda que dulcifica, suaviza pero también enturbia y no deja ver con claridad. Pero sé que el enigma no está fuera, el enigma soy yo mismo, el mecanismo que me compone y que se altera, que se transforma a cada instante, de una manera elegante que deja un halo de misterio que, no sé por qué, trae a mi cabeza falansterio, tal vez por el cúmulo de personalidades que contengo, por todos los amores que habitan mi corazón, por los amigos encontrados que cultivo con cariño y, de manera recíproca, nos retroalimentamos de cariño y amor, nos sentimos mejor, aún estando a kilómetros de distancia puedo sentir su fragancia, la de cada uno de ellos, como si estuvieran justo a mi lado, rozando mi piel con sus dedos. Otro enigma más pero que me alegra la vida y, son tantos los amigos, que aparecen en letanía, la letanía más querida que alegra mis días de enigma e incomprensión y, con cada caricia, se ilumina algo en mi corazón.

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