domingo, 10 de noviembre de 2024

Animal metafísico

Convivo con uno. Es mi mascota. Su presencia apenas se nota, sobre todo cuando estoy sumido en cosas que ni siquiera a mí me importan, en sitios donde la vida me arrastra, donde la sociedad me arroja. Pero hay momentos en que me vuelvo hacia dentro, como si fuera un trozo de ropa, atemporal, reversible, y toda la seguridad supuesta en duda se torna. Entonces aparece mi mascota, se posa enfrente de mí, mi mira como a un idiota, y puede que tenga razón, así me siento feliz, en un mar de dudas donde un sol absurdo me reconforta. Y le digo al animal metafísico, mírate, qué sientes si ni siquiera sabes de dónde sale tu sombra. Luego nos quedamos en silencio. El pensamiento fluye y, mientras le miro, pienso en el amor, en que puede que sea lo mejor que tiene la vida, y mi mascota asiente, mientras me mira y esboza esa sonrisa silente. No sabes cómo te envidio, le digo, ahí tú siempre, cuando yo me voy, enseguida desapareces y, si vuelvo, siempre estás, justo donde te dejé, pensando en tus absurdeces. Que la vida no tiene sentido, que si hay algo después de la muerte, que la nada te embarga, que en la nada está todo y que todo es la nada que la imagina un loco. Pudiendo tener un perro, un gato, un canario, yo te tengo a ti, animal metafísico, al otro lado del espejo, con mi propio físico, cuestionándome. sonriéndome, contemplando las lágrimas que derramo al ver las tuyas que para mí son reclamo.

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