sábado, 2 de noviembre de 2024

Tengo un tesoro

Hay un cofre en mi corazón y una réplica idéntica en mi cabeza. Allí guardo todas las sonrisas que me han dedicado, todas las que cambiaron mi ánimo, también todas las carcajadas sinceras que provocaron lágrimas de alegría y, esas lágrimas felices están en una estantería, en pequeñas botellas de colores, archivadas como esencias mágicas junto a las fotos de todos mis amores: mi madre, mi perro y mis amigos, los mejores. También están esos pequeños detalles que te regala la vida, en esos días donde todo parece monotonía y, sin saber cómo, aparece alguien, como si fuera el sol de tus rutinas, que te ilumina, que te muestra su interés, que te escucha, que te admira, y te lanza pequeños rayos de alegría para que se difumine tu monotonía. Guardo también los bailes y las canciones, con mi hermana, con mi madre, incluso con Néstor mi perro, que dios los guarde, si quiere, que yo ya los tengo en mi corazón viviendo hace un montón, acompañándome en mi soledad que no es tal, porque cada vez que los pienso me siento fenomenal. En el centro del cofre están todos los besos de amor que me dieron, todas las caricias que me hicieron sentir amado, todos los abrazos que me hicieron sentir seguro, a gusto y feliz. Y no sólo están los besos, caricias y abrazos físicos, sino también los que mandé por carta, mensaje o por teléfono, incluso los que solo pensé o soñé en una fría noche de invierno, y también, como no, los que imaginé cuando anduve por el infierno. Guardo las miradas que me sostuvieron, que me desnudaron, esas miradas donde nuestros espíritus se entrelazaron, miradas en las que pude nadar hasta llegar a tu lado. Todo eso y algo más es mi tesoro.

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