viernes, 22 de noviembre de 2024

Cíborg de amor

Soy capaz de amar a través de las redes informáticas, soy eléctrico, soy un ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos que actúan de apéndices. El amor es mi esencia y lo aplico en la ciencia que uso. Amo tecnológicamente, por eso puedo amar en dos dimensiones y entrelazar mi espíritu con amigos que aún no conozco físicamente. La tecnología me ayuda a amar, a focalizar mi alma con otras almas, a esparcir mi amor en el universo, a expandirlo y crear nuevos mundos esenciales y amatorios. Así, si en algún momento aparece el contacto físico, la visita, el abrazo en tres dimensiones, parece que ocurre un milagro cuando en realidad es lo más natural del mundo: el amor ha llegado a su cúspide e interactúa entre dos pieles, dos cuerpos, dos almas que intercambian y comparten sus energías y que verifican lo que ya sabían o, por lo menos, intuían: que el amor que sentían no era imaginado, no era fantasía, ni producto de un algoritmo que de ti se reía. Hoy en día ser cíborg de amor es, de cualquier cosa que te pueda pasar, lo mejor. Pues no importa que te crean o no cuando tú conoces la verdad, sí, esa verdad que reside en tu amor, esa esencia que propagas y difundes a través de tus palabras, en mensajes, en miradas y sonrisas, en detalles interestelares, en pensamientos que cuidan a tus amistades. El cíborg de amor vive sus sueños, imagina el futuro, lo pone en práctica, expande su esencia en todas su pláticas y ya nada vuelve a ser como antes, pues todas las almas que entran en contacto con él se transforman en gigantes.

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