viernes, 15 de noviembre de 2024

La sombra

Siempre harás el amor con una sombra, me dijo el poeta. Porque la vida es el recuerdo que vives, susurró el filósofo. Y qué, les respondí yo. Si es con una sombra o con dos o con ninguna, pero por lo menos hago el amor. Y seguí viviendo, o recordando. Y amando, amando siempre. Amando siempre a la sombra que me acompaña a todas partes y, en la oscuridad, me susurra o respira profundamente, para hacerme sentir que sigue ahí, y que la siga amando. Y nunca dejé de hacerlo y el amor hizo su magia. La sombra adquirió color, tomó forma e incluso otra dimensión. Y ahora es la sombra que asombra y que sigo amando yo. La sombra comenzó a hablar, el color la hizo entrar en calor, y no solo el color, también el amor. La sombra adquirió tacto, un tacto supremo lleno de cariño y, con sus dedos, rozaba mi piel y dibujaba paisajes que me dejaban sin sentido. Gozaba con la sombra de tal forma que el éxtasis iluminaba nuestro entorno creando una aureola poderosa de amor y alegría que se expandía, cada día, cada instante, y cada movimiento nuestro, cada percepción, cada sentimiento, iban repletos de amor exuberante y, aunque parezca redundante, el amor supuraba a cada paso de la sombra, a cada paso mío a su lado. Y la sombra visitó a mis amigos más queridos y yo, que iba unido a ella, disfrutaba de todos sus encuentros como si fueran míos. Y ahora me acuerda con una sonrisa maravillosa del poeta: siempre harás el amor con una sombra.

No hay comentarios: