viernes, 15 de noviembre de 2024

La espera

Habíamos quedado pero ya has procrastinado tres veces la cita. Llegaré un poco más tarde. Me retrasaré algo más. Intentaré ir, aunque sea sólo para darte un beso. Es curioso, pero yo recibía los mensajes con alegría y la ilusión no la perdía, cierto espíritu de una esperanza poderosa me había abducido. Es más, vendrá, me decía todo el rato, cada mensaje, de alguna manera, lo certifica. Y seguía esperanzado con la sonrisa en los labios. Hice de todo mientras esperaba: leí, escribí, fregué los platos y, ahora que me doy cuenta, cada vez, cada cosa que hacía la hacía con menos ropa. Acabé desnudo y entonces llamaste a la puerta. Vaya forma de dar la bienvenida, dijiste. Vamos, desnúdate tú también, abrázame, dime lo que tengas que decirme pero con tus ojos y tus manos. Escribe con tus besos en mi cuerpo, cuéntame un relato y sabré que la espera valió la pena y que, lo nuestro, ha comenzado.

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