domingo, 24 de noviembre de 2024

El refugio

El mío lo encontré en tu mirada. No se si me absorbió o entré yo, pero fui directo a tu corazón. Allí me siento seguro. Siempre quise tener un bello refugio y no hay nadie más bello que tú. Pero un día no me mirabas, estabas ausente, como dormido, así que hallé mi refugio en tu labios. No sé si entré yo o me absorbieron ellos, pero me deslicé hasta tu corazón donde la calma tierna de tu amor me recibe, me escucha, y yo te cuento con mis silencios todo lo que siento. Tuvimos una discusión, te distanciaste, mi refugio se llenó de polvo y entonces comprendí que yo debía ser tu refugio. Te vi en una esquina, bajo la lluvia de tu llanto. Las cosas no te iban bien y abrí la puerta de tu refugio a la vez que mis brazos. Entraste y mojaste mi pecho hasta que tus ojos se secaron. Temblabas un poco pero tu refugio te dio el calor que necesitabas, hecho de cariño y silencio, sin cuestionar nada. El tiempo se paró mientras tu refugio te abrazaba. Te quedaste dormido y en sueños aún temblabas. Puse la calefacción de caricias que tanto te gustaba y se fue tu temblor. Despertaste como una flor que se desperezaba, retozabas en tu refugio, tus ojos se abrieron a la vez que tus labios se arqueaban y buscaban un contacto creativo, el comienzo en el beso que me dabas. Y tu refugio se iluminaba.

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