jueves, 14 de noviembre de 2024

El cine

Quedamos para ver una película. Tú pagaste las entradas y yo la bebida y las palomitas. Era nuestra primera cita. Estábamos ilusionados y también excitados. Entramos en la sala y, qué raro, estaba vacía. Los dos miramos el reloj a la vez pensando que habíamos llegado demasiado pronto pero era todo lo contrario, a los dos minutos se apagaron las luces y comenzó la película. Tu mano se entrelazó a la mía y yo, con la otra mano, comencé a acariciarte. Nos besamos. Después de cada beso nos sonrojábamos, pero cada vez eran los besos más largos. No hay nadie en la sala, me recordaste. Sí, dije yo, estamos nosotros. Nos quitamos la ropa con disimulo. Nos tumbamos en el suelo de la fila cuatro, ocupando el espacio de las butacas catorce, dieciseis y dieciocho. Oíamos una película pero sentíamos y vivíamos otra. Hicimos el amor lentamente mientras iban pasando las escenas en la pantalla. Habíamos elegido ver un drama, pero salimos del cine más contentos que nunca, comiendo palomitas, yo de tu mano y tú de la mía. A veces los dramas provocan alegrías, me dijiste, y carcajeamos a dúo calle arriba.

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