domingo, 3 de noviembre de 2024

El refugio

Todo el mundo tiene como mínimo un refugio. Yo tengo unos cuantos. Tu mirada es uno de los refugios que me encantan, pues es profundo, acogedor y hay un brillo especial que me envuelve y me hace sentir mejor. Escucharte también es un refugio, saber de ti, oír tus preocupaciones y tus alegrías; hacerme amigo de tus diferencias, no para que sean mías, sino para entenderte, para comprender esa hermosa personalidad que te da vida. Un refugio son tus silencios, tus besos, tus abrazos donde pasaría toda la vida. Pensar en ti es ya un refugio, soñar contigo, revivir algo tuyo, imaginarte, fantasear con tu mundo. Hay otros refugio que, tarde o temprano, me acaban remitiendo a ti, como la música o la lectura, el teatro o la pintura. Tumbado en la cama, esos instantes antes de una siesta, donde recapacito, hago un pequeño examen de conciencia y, las sombras del techo, como si fuera una ciencia, me transportan por un mundo de ensoñaciones en donde estás tú en todos los rincones de mi pensamiento. Entonces el refugio se expande, el refugio es el mundo y tú un gigante que me sonríe y me acaricia desde cualquier parte. El refugio son tus labios arqueados, esos mismos labios pegados a los míos, tus labios susurrándome una linda canción mientras mi cara descansa en tu pecho y oigo tu corazón, el gran refugio que sus puertas me abrió el día que te regalé mi amor.

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