lunes, 22 de julio de 2024

Luz

La verdadera luz viene de uno mismo. Hay que llegar a ser luz para uno mismo. Por eso es tan importante conocernos, saber por qué actuamos como lo hacemos, si es un acto reflejo, una costumbre o si verdaderamente elegimos nuestros actos o estamos condicionados constantemente por las compañías, la sociedad, el sistema, ese miradas ajenas que nos escrutan desde el fondo de la mente, desde el trauma de la niñez, desde un tuétano profundo y podrido al que hemos acabado cogiendo cariño. La libertad de ser luz para uno mismo implica no interferir en los demás. Cuando se consigue ser luz para uno mismo se acaba el arrepentimiento, aunque no las dudas. Siempre rondará la duda, pero la luz hace que seamos responsables de nuestros actos, que no busquemos culpables cuando los errores son nuestros en la toma de decisiones. De ahí la importancia del pensamiento crítico y del conocimiento de uno mismo, piedras angulares de la filosofía pero también de toda vida que se precie. Si conseguimos ser luz para nosotros mismos podremos alumbrar también algunas veces a los demás. Esta luz tiene ciertas similitudes con el amor revolucionario y hay una simbiosis evidente. Todos estos conceptos que voy soltando en los textos están relacionados, hay una conexión vital que los une, como pasa con las neuronas, tal vez sean las neuronas del mundo poema en esta vida filosófica.

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