viernes, 19 de julio de 2024

¿Queremos siempre lo que deseamos?

Creo que no. Deseamos demasiado. Incitados por el consumismo capitalista y por la avalancha de información constante a través de pantallas. Y esta manera de desear cosas ha contagiado también al deseo de personas. Cuando ciertos deseos se acercan y están a punto de materializarse, de repente, sin saber por qué, nos inavde un miedo a que se cumpla el deseo que nos encantaba porque sólo era eso, un deseo. ¿Hay deseos que solo y siempre deben ser deseos? También creo que no. Deberíamos recibir educación sobre los deseos, aprender a desear lo que de verdad queremos y descartar lo que no. Ser dueños de nuestros deseos y no esclavos de ellos. La revolución del amor me ha enseñado bastante. Te puede gustar un cuerpo, una cara, puedes tener fantasías e imaginar cosas, pero sin transformarlo en deseo. Para mí el deseo tiene que estar barnizado de amor. Tal vez sería conveniente comenzar a amar primero a través del conocimiento, saber encauzar los deseos: deseo de conocer, deseo de amar, deseo carnal. Dosificar el deseo es señal de una mente sana, de un espíritu equilibrado. La acumulación innecesaria de deseos provoca esos miedos posteriores innecesarios, aunque, por otro lado, también hay que saber dar rienda suelta al deseo, cumplirlo, saber a dónde nos lleva. Se trata, en definitiva, de saber cumplir los deseos pertinentes, los que nos harán crecer, los que nos llenarán de amor, cumplir los deseos que alegrarán nuestras vidas y que construirán un cachito más de mundo poema.

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