
Cualquier cosa puede ser interesante, eso depende de cada uno. Y en un acto de humildad en el que apenas me reconozco, bajaré un escalón más, y adoptaré todo aquello que me suene interesante, para moldearlo con mi intelecto, transmitirlo con mis dedos en pleno tecleteo, donde un sonido maquinal se transforma en fenomenal, y ahí es donde lo interesante empieza a sonar, y la música de la comunicación fluye y se expande, generando un baile vital del que todos formamos parte.
domingo, 28 de julio de 2024
Los muertos
Cuando hablamos de los muertos creemos que lo único que podemos hacer es recordarlos, pero los recuerdos suelen mentir para ambos lados, para lo bueno y para lo malo. Siempre exageramos. Hoy he leído que hay que alimentar a los muertos. Al principio me he quedado perplejo, pero solo uno segundos después lo he entendido. Los muertos están en otro estado, pero siguen estando. Yo hablo con mis muertos y me responden a cosas de mi vida actual, me guían, me llaman la atención, a veces creo que es mi cabeza o mi memoria, pero son ellos. Con el tiempo te das cuenta. Alimentar a los muertos es informarles, no solo hablándoles de tu vida sino también amándolos porque, como digo siempre, el amor es más fuerte que la muerte y, aunque al morir creamos que todo termina, no es cierto, el amor perdura, alimenta las almas, los espíritus, lo que sea que continúe existiendo y de la forma que sea. La muerte significa solamente una transformación del individuo y, en vida, si hemos sabido vivirla, tendremos muchas transformaciones, para mejorar esa vida, como la revolución del amor que, sin duda, continuará más allá de nuestra muerte. Así que alimentemos a nuestros muertos con amor porque aparecerán ante nosotros como animales, como otras personas que creeremos que están vivas o por lo menos nos lo parecerá, pero serán nuestros muertos. Ayer, sin ir más lejos, me crucé con una ancianita que caminaba agarrada a su andador y, cuando se cruzó conmigo me obsequió con una mirada genuina y familiar que llamó mi atención y me llenó de alegría: era la mirada de mi madre.
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