sábado, 20 de julio de 2024

¿Yo real o yo ilusorio?

¿Verdad o autoimagen? Esa es la pregunta. La vida filosófica te lleva al autoconocimiento, al conocimiento de sí. ¿Pero queremos conocernos o permanecer en el autoengaño? El conocimiento de uno mismo nos lleva a veces a descubrir cosas que no nos gustan, por eso puede ser relativamente doloroso aunque no por ello catártico. La verdad es como el alcohol que se echa a una herida, escuece pero cura. La vida sin conocerse no es vida. ¿Cómo actuar con los demás si no sabemos cómo somos nosotros mismos? El conocerse a uno mismo es el preámbulo de la transformación, el inicio de la construcción del mundo poema a través de la revolución del amor. La vida es un cúmulo de sorpresas que hemos de sopesar y actuar en consecuencia. Por eso la vida filosófica, el yo real, si es que quiero algún yo, y, sobre todo, la búsqueda de la verdad. En el mundo digital impera la mentira social, alegrías prefabricadas intercambiables, pero el tiempo lo acaba descubriendo todo. El principal problema del que miente es que cree que los demás también lo hacen por eso duda de todos. El poder de la palabra es muy grande, por eso hay que tener cuidado con lo que se dice, evitar falsas promesas e intentar llenar de amor y sinceridad a las palabras pronunciadas. Dejar que el amor transporte el mensaje, construir mundo poema con nuestros actos, disfrutar de la amistad como se merece, con auténticos amores revolucionarios.

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