sábado, 25 de mayo de 2024

El trasplante

Lo habitual es quitar un órgano averiado y sustituirlo por otro en mejor estado. El trasplante del que hablo es distinto. Mi corazón no funcionaba al cien por cien, las funciones de las que era capaz no eran satisfechas. Así que comencé a hacer un trasplante por partes, no porque estuviera averiado sino por estar incompleto. Empecé a escribir sobre la revolución del amor sin saber que se iba produciendo a medida que escribía. Las palabras son más poderosas de lo que parecen, sobre todo si van rociadas de amor. Iban apareciendo amigos en mi acostumbrada soledad. Nos relacionábamos, no importa de qué manera, por mensajes, vídeo, en persona, y casi siempre terminaba queriéndolos. Y ahí comenzó el trasplante. Habitaban mi corazón, sus vidas formaban parte de mí, y lo siguen haciendo. A veces descubro, mirándome al espejo, que se dibuja la sonrisa de un amigo en mi rostro. O dando un paseo, cuando encuentro algo nuevo, una alegre situación, un maravilloso evento, un instante cotidiano lleno de arte y emoción, me descubro pensando: tal amigo diría esto, y ese otro haría esto. Sin duda es un trasplante que me completa, que me hace mejor persona, que me llena de amor y, a la vez, hace que mis amistades se presenten ante mí con cada nueva emoción, haciendo que surjan de mi soledad recuerdos compartidos porque al llevarlos en mi corazón todo lo maravilloso con ellos lo vivo.

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